lunes, 11 de marzo de 2013

Un Hombre Perro suelto en Santiago



Una noche gélida y de Luna llena, una noche de escarcha, viento y con esa Luna tan hipnótica que iluminaba todo, entonces el hombre perro aúllo, aúllo de frío o de hambre, desde sus entrañas con todo el dolor de su alma de hombre perro aullaba las tragedias de esa noche,  recorría las calles del centro de Santiago en busca de su víctima, sus ojos desorbitados la lengua colgando, un rostro indefinible de hombre perro, corría por las calles incansable buscando a su víctima, pero la ciudad estaba vacía y el hombre perro ya cansado encontró un refugio momentáneo en la ventilación del metro, el aire tibio calentó su cuerpo, siempre
vigilante, el viento cambio de sentido y su olfato lo invito a seguir un rastro, las energías regresaron a su cuerpo, y se largo a la caza finalmente llegó a un callejón sus ojos atentos, sus músculos tensos, su víctima estaba a pocos metros, un bulto en la oscuridad, de un salto ataco su presa aterrizando directamente en un montón de bolsas de basura. El hambre lo supero, el hombre perro esa noche comió sobras de hamburguesa y esqueletos de pollo. Aún con su orgullo de cazador herido pero con la panza llena el Hombre Perro decidió volver a su cubil. Caminando por las calle vacías de la ciudad, vio pasar un par de camiones, pero ya no tenía ganas de morder neumáticos solo quería llegar rápido y dormir. Al llegar a su cubil notó un hedor extraño, varias veces había notado ese hedor en los callejones, bajo los puentes  y en las cloacas, lo sabía era pasta base, avanzó hasta una  fogata aún con brazas y a su alrededor botellas de pisco barato. El Hombre Perro engrifó su lomo, mostró los dientes y lanzó un feroz gruñido, del fondo del cubil se sintió un movimiento, varios ojos ensangrentados se distinguían entre la oscuridad, una voz lanzó una sentencia – ¡Culiao llegó la comida! – Se escuchó que quebraba un vidrio, y ahí estaba el Hombre Perro paralizado con miedo y furia, listo para atacar, la panza aún le pesaba. Todo pasó muy rápido uno de los hombres  lanzó un estoque con una botella quebrada el contraataco con un feroz mordisco en el muslo, sintió un golpe duro en su lomo y vio otro palo hacia su hocico mientras sostenía el muslo, le llegó de pleno y la sangre brotó, era su sangre y la del pastabasero que gritaba al ver sus carnes desgarradas, sangrando aún el hombre perro saltó hacia otro de los hombre, su panza le pesaba su hocico sangraba sus movimientos eran más lentos de lo normal y recibió una lluvia de golpes al estar sobre la cara de otro pastabasero, los hombres gritaban la droga los tenía totalmente descontrolados, el perro hombre sintió que algo que le punzaban con una botella en su lomo, solo el grueso pelaje y piel evitó que la botella fuera mas allá en sus carnes, aun así la sangre broto y el hombre perro entendió que tenía que huir que esa pelea estaba perdida, soltó la cara que tenía en sus fauces y huyó. Ya faltaba menos de una hora para que amaneciera y el hombre perro tenía que encontrar un refugio, al ver el lucero corrió por las calles buscando un refugio, la ciudad ya cobraba vida  finalmente se escabulló por un pasaje y tras saltar una pandereta y avanzar por un pasillo muy estrecho logró ingresar a un subterráneo  por una ventana que estaba a la altura del suelo.



Se dejó caer ya sin fuerzas, la transformación comenzó a los pocos minutos, primero comenzó a pelechar hasta quedar solo la piel, las garras se desprendieron dejando en su lugar delgadas uñas de igual forma los filosos colmillos cayeron para dejar paso a dientes, una masa de colágeno, pelo iba quedando atrás mientras la figura de un hombre se incorporaba en su lugar, aún tullido y con frío el Hombre Perro subió por las escaleras con dificultad, caminó por el pasillo hasta un al baño donde se metió a la ducha.

 Era su casa,  su nombre era Juan del Bosque, era funcionario público y ya faltaba poco para tener que salir a su trabajo de lunes a viernes.

continuara...


No hay comentarios:

Publicar un comentario